Ejercer de hecho la democracia . Editorial Maya Nro 50 - junio 2020


El régimen de Áñez, cuya principal característica en lo económico es una apuesta a un neoliberalismo caduco en favor de la burguesía terrateniente agroexportadora, ha encontrado a su principal derrotero en una flagrante y escandalosa corrupción que ahora puede definirse como la regla –y no la excepción– del aparato estatal, y que no está acorde a la necesidad de sus socios, sobre todo los de nuevo cuño liberal.

Asimismo, en lo político existe un cierto roce entre los grupos que componen el bloque golpista, quienes han evidenciado sus intereses diversos y contradictorios pero que, pese a ello, solo podrán ser derrotados por los sectores populares en el caso de articularse un nuevo horizonte común revolucionario que subordine a la persistencia burocracia de sus instancias y organizaciones.

El régimen, empero, coquetea con la idea de un autogolpe militar que le permita alargar su mandato y sepultar al Movimiento Al Socialismo (MAS), que ha sobrevivido a los embates de su proscripción gracias a la movilización popular. El móvil del autogolpe vino de la mano de una lista de ascensos militares que premiaba a los devotos a Áñez, suplantando la nómina emitida por la instancia correspondiente, que calificó méritos, por lo que fue rechazada por la Asamblea Legislativa Plurinacional, en una actitud más contestaría de lo esperado.

La sombra de un golpe gorila es una evidente posibilidad para tapar corrupción, ineficiencia y otros males aún desconocidos, pero al frente se tiene a un movimiento popular sediento de justicia y de revancha al abuso con el que se hizo del poder el golpismo, una opinión pública que ni con los medios masivos de comunicación logra instalar el libreto de que el cúmulo de errores de la derecha es culpa del MAS y el hecho de que varias entidades internacionales de DD.HH. tienen desde noviembre pasado los ojos puestos en Bolivia, por la descarada violación de estos derechos, y por tanto estarían obligadas a condenar una nueva escalada represiva del régimen, mucho más cuando se trate de un autogolpe.

Es de mencionar que, de forma constante, durante la cuarentena, que ha representado un instrumento de la dictadura para el disciplinamiento y control social, sobre todo de los sectores populares, se han realizado varios cacerolazos y petardazos que han resonado de forma evidente y masiva, exigiendo mejores condiciones de vida, en repudio del régimen y exigiendo elecciones ¡YA!

Con todo, superando al reformismo y al vanguardismo iluminista, que tanto daño hizo y hace a los procesos revolucionarios, al pueblo no le queda más que EJERCER DE HECHO LA DEMOCRACIA, organizándose y movilizándose para no sucumbir frente al yugo golpista.

Maya


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