Socialismo presente - Teoría y formación - Revista Maya Nro 50 - junio 2020
En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre
sentirnos espectadores ni inventar un tercer término. La originalidad a
ultranza, es una preocupación literaria y anárquica. En nuestra bandera
inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: “socialismo”. (Con este lema
afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la idea de un partido
nacionalista, pequeño burgués y demagógico.)
La misma palabra revolución, en esta América de las pequeñas
revoluciones, se presta bastante al equívoco. Tenemos que reivindicarla
rigurosa e intransigentemente. Tenemos que restituirle su sentido estricto y
cabal. La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa,
una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista.
A esta palabra agregad, según los casos, todos los adjetivos que queráis:
"antiimperialista", "agrarista",
"nacionalista-revolucionaria". El socialismo los supone, los
antecede, los abarca a todos.
El socialismo no es, ciertamente, una doctrina
indoamericana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contemporáneo lo es ni
puede serlo. Y el socialismo, aunque haya nacido en Europa, como el
capitalismo, no es tampoco específico ni particularmente europeo. Es un
movimiento mundial, al cual no se sustrae ninguno de los países que se mueven
dentro de la órbita de la civilización occidental. Esta civilización conduce,
con una fuerza y unos medios de que ninguna civilización dispuso, a la
universalidad. Indoamérica en este orden mundial, puede y debe tener
individualidad y estilo; pero no una cultura ni un sino particulares. Hace
cien, años debimos nuestra independencia como naciones al ritmo de la historia
de Occidente, que desde la colonización nos impuso ineluctablemente su compás.
Libertad, Democracia, Parlamento, Soberanía del Pueblo, todas las grandes
palabras que pronunciaron nuestros hombres de entonces procedían del repertorio
europeo. La historia, sin embargo, no mide la grandeza de esos hombres por la
originalidad de estas ideas, sino por la eficacia y genio con que las
sirvieron. Y los pueblos que más adelante marchan en el continente son aquellos
donde arraigaron mejor y más pronto. La interdependencia, la solidaridad de los
pueblos y de los continentes, eran sin embargo, en aquel tiempo, mucho menores
que en este. El socialismo, en fin, está en la tradición americana. La más
avanzada organización comunista, primitiva, que registra la historia, es la
incaica.
No queremos, ciertamente, que el
socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que
dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al
socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva.
Encarar con esperanza el porvenir. De hombres y de ideas, es nuestra
fuerza.
*Fragmentos de “Aniversario y balance” (1928),
José Carlos Mariátegui.
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