GOLPES DE ESTADO EN BOLIVIA | X: Golpe Estado de Banzer | por Froilán González y Adys Cupull
El mismo guion para todos los tiempos.
La conspiración cobró
nuevas fuerzas. El embajador norteamericano Siracusa reclamó airado que le
habían violado la correspondencia y que varios de sus funcionarios habían
recibido allanamientos. Sin embargo, públicamente se le acusó de ser la cabeza
pensante de la conspiración que se preparaba y que sus denuncias formaban parte
de esta.
La Confederación
Universitaria y la Central Obrera revelaron un plan de la CIA de asesinar a
Juan Lechín Oquendo, y culpar al gobierno. Pero la prensa ofreció detalles del agente
de la CIA, William Schwank
Hagenbeck como el encargado de
cometer el crimen.
En medio de los
intentos norteamericanos por derrocar al gobierno de Juan José Torres se
celebró el 1ro. de mayo con una extraordinaria manifestación, la mayor en la
historia boliviana, donde Juan Lechín declaró que mientras existan la CIA y el
Pentágono, el general Juan José Torres no puede dormir tranquilo ni en su casa
ni en el palacio, menos pueden hacerlo los trabajadores, y abogó por expulsar
la misión militar norteamericana.
Mientras, el general
Hugo Banzer, asistía en Buenos Aires a una reunión con dos funcionarios
norteamericanos, oficiales de la CIA y representantes de los servicios de
inteligencia de Argentina y Brasil para ultimar el Golpe. Banzer solicitó ayuda
financiera para gratificar a los comandantes de los principales regimientos
militares, a la cúpula de la policía y al comité cívico de Santa Cruz, Beni,
Pando y Tarija. Banzer regresó a Bolivia y en la ciudad de Santa Cruz, se
reunió con los golpistas.
El 19 de agosto de
1971, las embajadas de Estados Unidos, Brasil y Argentina aconsejaron a sus
funcionarios aprovisionarse de alimentos, agua, medicamentos y permanecer en
sus hogares. Ese día se dio a conocer que el Consejo de Seguridad Nacional de
Estados Unidos había transferido fondos a un alto oficial boliviano para
financiar el Golpe de Estado. Posteriormente se conoció que esa persona fue el
coronel Hugo Banzer, agente de la CIA, desde que fue Agregado Militar de
Bolivia en Washington y posteriormente Jefe del Departamento II (Inteligencia)
de las Fuerzas Armadas.
El sábado 21 se inició
el Golpe organizado por la CIA y la embajada de Estados Unidos, con el apoyo de
las embajadas de Argentina, Brasil y España, sectores conservadores y
ultraderechistas de esos países, parte de la colonia alemana y croata en
Bolivia y la oligarquía racista, derechista y anticomunista.
Los aviones
bombardearon los principales focos de resistencia. Los tanques rodearon la
Universidad, con violencia sacaron a los estudiantes de sus aulas, los
campesinos y mineros fueron masacrados; las emisoras mineras tomadas
militarmente. El domingo 22 hubo una tregua para retirar a los muertos. Las
cifras se situaron en más de 100 y 600 heridos. Después se reportaron más de 1
500.
Entre los muertos
estaba el sacerdote canadiense Mauricio Lefebvre, perteneciente a la Orden de
los Oblatos y profesor de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés,
quien recibió un impacto de bala en la cabeza que le produjo la muerte de
inmediato. Lefebvre se vinculó con los
pobres y humildes de Bolivia.
Ante las
contradicciones y conflictos por asumir la presidencia, se conformó un
triunvirato, Presidente, Hugo Banzer; Ministro de Defensa, Jaime Mendieta;
Ministro de Gobierno (Interior), Andrés Sélich Shop, estos últimos acusados de
agentes de la CIA.
La OEA y los gobiernos
de Paraguay, Argentina y Brasil reconocieron al nuevo gobierno. España y la
OEA, asumieron la misma posición. Analistas señalaron que la posición de la OEA
era la de Estados Unidos y España carecía de Política Exterior para América
Latina y especialmente para Bolivia, su política se elaboraba y dictaba desde
Washington.
Se instauró una férrea
dictadura, se ilegalizaron los partidos políticos, incluidos la de sus aliados.
Estados Unidos a través del FMI y el BID, otorgó importantes créditos. Bolivia
contrajo una de las deudas externa más
grandes de todos los tiempos, los actos de corrupción abarcaron todos
los sectores y a partir de ese momento el presupuesto del estado era
confeccionado por asesores norteamericanos y aprobado en Estados Unidos.
Grupos represivos
especiales, formados y asesorados por los norteamericanos, unidos a vándalos,
destructores violentos, sicarios, delincuentes, desempleados y marginales
salieron a las calles para liquidar la resistencia. Muchos de ellos llegados
desde Santa Cruz, enviados por el Comité Cívico de esa ciudad.
Andrés Sélich y agentes
de la CIA dirigieron personalmente la represión de los grupos paramilitares. Algunos
de los ministros, altos funcionarios y militares nacionalistas fueron
detenidos, sin orden de arresto u otras demandas judiciales, para ser
interrogados donde participaron funcionarios de la Embajada de Estados Unidos y
oficiales de la CIA, posteriormente se denunció como a varios de ellos trataron
de comprarlos y reclutarlos.
El historiador y
pedagogo Max Murillo, miembro de la Comisión de la Verdad contó cómo esos
grupos de paramilitares empezaron a ser utilizado por el Estado como un
instrumento de construcción de grupo irregulares y añadió:
“En muchos casos, hacen
el trabajo sucio de los mandatos de las dictaduras, donde hay un elemento clave
en este proceso y es la presencia de la Embajada Norteamericana, a niveles
precisamente estatales para organizar grupos de poder institucionalizados. El
Servicio de Inteligencia del Ejército, se organizaba a partir de la presencia
institucional de la Embajada de Estados Unidos y aprovechan este tipo de
instituciones para subcontratar a estos grupos irregulares y gran parte de los cheques
para financiarlos, salen de la Embajada norteamericana y del poder encubierto
de los servicios militares a través del narcotráfico.
“Esto no solo va a ser
un negocio ilícito para las arcas de muchos militares, sino otra chequera para
organizar los grupos paramilitares…
Estados Unidos los utiliza a través de grupos secretos organizados entre
militares y policías y van a recibir sueldos, armamentos, contratación de
oficinas clandestinas para pagar alquileres. Tienen mucho poder, con luz verde,
no solo para los trabajos más sucios, sino para el control político del país.
Estos grupos políticos van a ser utilizados en universidades, sindicatos, en la
prensa, casi cofradías, pero las órdenes venían de altas esferas.
“Los militares los
transportaban en sus automóviles, ellos no se metían a los trabajos sucios;
controlaban allá atrás, miraban la película y los otros eran los que entraban a
destruir, a matar, a quemar, amenazar y chantajear…
“La intervención de
Estados Unidos ha sido una constante. Es una costumbre muy indignante de los
partidos tradicionales, y está en la prensa, fotografías, publicado, iban a
pedir permiso a la embajada de Estados Unidos para implementar políticas de
estado. Sin su permiso no se podía casi hacer nada. Esto es un elemento muy
evidente, muy claro de los vínculos de ellos con los grupos irregulares y
paramilitares…”
En la dictadura de
Banzer se inició la práctica de los desaparecidos y una de las más feroces
represiones. Su Ministro de Gobierno coronel Andrés Sélich declaró que su
objetivo era acabar con los rojos y los pillos. Se instauró una política de
saqueo a los recursos del estado, corrupción, discriminación, nepotismo.
Las universidades
fueron clausuradas, las radios y periódicos censurados o tomados militarmente,
hubo persecución política, violación de los derechos humanos, uso desmedido de
la fuerza y la violencia, amenazas, terror y miedo. Toque de queda, estado de
sitio, prohibición del transporte público a partir de las nueve de la noche,
salvoconducto para poder salir a las calles, dirigentes sindicales,
profesionales, campesinos, intelectuales, políticos y estudiantiles detenidos
por cualquier motivo, torturados o confinados. Se abrieron prisiones
especiales, campos de concentración con más de 200 prisioneros, un regimiento
militar, convertido en prisión, embajadas saturadas de personas que pedían
asilo político.
Los miembros de las
Fuerzas Armadas vinculados a las posiciones progresistas, nacionalistas y
antinorteamericanas, eliminados por diferentes vías: campañas calumniosas,
acusaciones sin fundamentos ni pruebas, testigos falsos con declaraciones
inventadas, persecución y confinamientos. Despidos de empleados, periodistas,
catedráticos, profesores o trabajadores de forma arbitraria. Funcionarios
despedidos sin respetar sus derechos, obligados a salir al exilio, bajo
amenazas de muerte a ellos o sus familiares o destrucción de sus viviendas,
bienes o propiedades.
Las listas de presos y
exiliados sumaban centenares, más tarde miles, entre ellos el líder de la
Central Obrera Boliviana Juan Lechín Oquendo. La cifra de los desaparecidos
nunca se pudo saber.
Sélich como ministro de
Gobierno se comportaba como un vulgar delincuente y actuaba como si fuera el
Presidente. Sumamente racista y orgulloso de su origen alemán de la época del
nazismo, acusaba a los seguidores o simpatizantes de Ovando y Torres de
cualquier delito, sin aportar pruebas, mentiroso, grosero y altamente corrupto.
Ofendía a los caballeros, ancianos, damas, señoritas, profesionales,
periodistas, levantaba acusaciones falsas contra cualquiera que le molestara o
le ripostara.
Se destacaba por la
falta de cultura, vulgaridad, indecencia y servilismo a Estados Unidos. Lo
caracterizaban como carente de calidad humana, rudo, cobarde, prepotente,
gritaba a los subalternos, porque sabía que no le iban a contestar. Conducta
sanguinaria, violador de los derechos humanos, asumió la tortura como política
de estado, ambicioso, racista, violento, intolerante.
Todas las culpas caían
en los comunistas y los seguidores de los generales Ovando o Torres o
militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario. Robaba y permitía que
sus amigos lo hicieran. Ubicaba a familiares y amigos en diferentes
responsabilidades, desde donde se podía robar. Desfalcó los fondos de ese
Ministerio. Por la prepotencia, arrogancia y autosuficiencia provocaba grandes
conflictos y contradicciones dentro del gabinete.
Según varios
testimonios, entre ellos el doctor Alfredo Arce Carpio, destacado jurista,
Fiscal Civil y Juez de Instrucción. En la dictadura de Banzer ocupó varios ministerios entre
ellos, Presidencia, Gobierno, Justicia e
Inmigración y Ministro Sin Cartera, Asesor General de la Presidencia, Diputado Nacional y de manera interina Ministro de Hacienda, de Asuntos Campesinos,
Vivienda, Salud y Planificación, cumplió misiones complejas de Banzer ante los Gobiernos de Brasil, Argentina, Chile y
Venezuela, que algunos atribuyen al Plan Cóndor y era el enlace directo de
Banzer con la CIA y la embajada de Estados Unidos.
Diputado Nacional,
Presidente de la Comisión de Energía e Hidrocarburos, Asesor de la
vicepresidencia de la Cámara de Senadores, Asesor de la Comisión de Desarrollo
Económico e Infraestructura de la misma Cámara. Sobre Andrés Sélich relató:
El coronel Andrés
Sélich, se rodeaba de colaboradores que lo alentaban constantemente en
convertirse en la figura clave del gobierno. Le organizaron una intensa campaña
publicitaria para mostrarlo como al verdadero líder y representante del
nacionalismo.
Realizaba viajes a las
principales ciudades del país donde era recibido por manifestaciones populares
organizadas por sus seguidores que lo aclaman como a héroe. Se rodeaba permanentemente
de un aparatoso dispositivo de seguridad con patrulleros en motocicletas,
vehículos de escolta y un desmedido número de ayudantes, encargados de
contratar bandas de música; distribuían abundante chicha y salteñas, juguetes,
lápices, pelotas, globos, utensilios de cocina y trabajo, jabones, instrumentos
musicales,
Pagaban viáticos y
estipendios a la prensa, colocaban vallas, anuncios, carteles, telas pintadas
con frases de bienvenida. Concluido el acto, recogían todo, los desalmados
incluían los regalos y se trasladaban para la siguiente población con la
finalidad de armar el mismo acto. Al dejar el Ministerio se descubrió un gastó
de más de cien mil dólares del presupuesto para pagar a los manifestantes.
A los actos públicos,
llegaba después del Presidente, provocando interrupciones, comentarios y
quiebras del protocolo. Banzer decidió el 29 de diciembre de 1971 reorganizar
el Gabinete y lo excluyó. Sélich no
recibió apoyo de la Embajada de Estados Unidos, de los militares, de sus
aparentes colaboradores y seguidores. En esas circunstancias, asumió el
Ministerio de Gobierno Alfredo Arce Carpio.
Banzer decidió alejar a
Sélich de su entorno y lo designó embajador en el Paraguay a adonde viajó sin
ocultar su resentimiento, odio y oposición al Presidente. En la capital
paraguaya comenzó a conspirar y preparar un atentado contra Banzer, en ocasión
de una visita prevista a ese país, pero los servicios secretos bolivianos
conocieron del plan y la CIA le corroboró a Banzer la información y lo
destituyó como Embajador.
En mayo de 1973, Andrés
Sélich ingresó a Bolivia, con un pasaporte falso, suministrado por los
servicios secretos paraguayos, con el propósito de ultimar los detalles del
golpe de Estado y el asesinato a Banzer.
El Ministro del
Interior, doctor Alfredo Arce Carpio, debidamente informado por la Embajada de
Estados Unidos, ordenó detenerlo y un grupo operativo, lo secuestró y llevó a
la residencia del propio Ministro, cuando lo interrogaban, con violentos golpes
le destrozaron el hígado y lo reventaron internamente.
Murió minutos después
en la propia casa del Ministro. El hecho produjo un escándalo político de
grandes proporciones que obligó al doctor Arce Carpio a renunciar y asumir la
responsabilidad del crimen, aunque no fue juzgado por la justicia y siguió
manteniendo con Banzer relaciones muy especiales hasta febrero del 2000 cuando
según las informaciones lo secuestraron.
El cadáver fue
encontrado en una estrecha y apartada callejuela del barrio popular de Villa
Victoria. Según las informaciones, lo lanzaron durante una madrugada como si
fuera un fardo o un animal. Los espacios noticiosos difundieron varias
versiones: Un asalto de delincuentes comunes para robarle, un crimen político y
hasta uno de sus amigos después de una fiesta de dudosa moralidad.
Gary Paul García,
miembro de la Comisión de la Verdad, entrevistado en La Paz, en abril del 2018,
señaló: “En la época de Banzer la agroindustria se ha desarrollado con el
tráfico de tierras, y el otorgamiento a terratenientes de grandes extensiones.
Son los grupos más reaccionarios y reflejan de forma clara, la herencia de las
dictaduras en el marco político y económico.
“Se sabe de diferentes
actores que han estado inmiscuidos en el golpe de Banzer, como la Confederación
de Empresarios y grupos financieros brasileros dirigidos por un equipo muy bien
estructurado del gobierno brasilero. Esta etapa dictatorial ha mermado a
nuestro Estado, en la entrega de recursos naturales a intereses extranjeros…”
Mientras, Marcelo
Quiroga Santa Cruz, se sumó a la resistencia y las denuncias contra Banzer, la
respuesta fue amenazarlo de muerte y obligarlo a salir al exilio,
estableciéndose en Chile, Argentina y México, donde trabajó como docente
universitario y columnista de importantes periódicos.
En 1976 fue invitado por
La Sorbona de París al Simposio sobre Poder Político en América Latina, miembro
fundador del Instituto de Economistas del Tercer Mundo, al año siguiente
retornó clandestinamente a Bolivia, para la conducción del Partido Socialista
(PS-1) proscrito por la dictadura.
En 1978 fue candidato a
la presidencia del país, al año siguiente miembro del Seminario Permanente para
América Latina y el análisis crítico de la Política Hemisférica del Gobierno
Norteamericano y delegado a la Tribuna Internacional del Socialismo, celebrado
en Yugoslavia. Ese año se volvió a presentar como candidato a la presidencia
del país. Como diputado emplazó a juicio de responsabilidades a Banzer por los
delitos durante los siete años de dictadura. Los analistas destacaron sus extraordinarios
dotes de orador y su lúcida capacidad analítica y crítica.
Ricardo Aneyba
describió como durante la dictadura de Banzer se dio un nuevo escándalo
conocido como el avionazo de Tomonoco. “Era un lugar de recreo donde los fines
de semana viajaban los altos oficiales de las Fuerzas Armadas con sus amantes,
artistas, modelos, prostitutas, generalmente europeas o norteamericanas,
también brasileras y argentinas, pero tenían que ser blancas, en cierto modo
demostraban la discriminación y el racismo existente en la cúpula militar.
“El accidente aéreo
descubrió esa situación y las esposas, ahora viudas, no pudieron cobrar el
seguro porque en los documentos de viaje y del balneario aparecían esas amantes
como si fueran sus esposas.
“Era un lugar de bacanales,
orgías, juegos, diversiones, bebidas y hasta drogas. Una parte de la
oficialidad era borracha, ambiciosa, corrupta, serviles. Se vendían al mejor
postor, por eso es considerada por la población, como una guarida de corruptos
y traidores. La CIA controlaba ese lugar y utilizaba esas informaciones para
comprometerlos y chantajearlos.
“El poder lo
demostraban con las movilidades (autos), marca y año de los coches, haciendas,
propiedades, caballos de carreras, perros de raza, viajes a Estados Unidos,
estudios de sus hijos en ese país, el número de amantes blancas, las compras en
Miami o Buenos Aires y ciudades importantes de Brasil, grandes apuestas en las
peleas de gallos.
“Para mantener ese
nivel de vida, pactaban con los narcotraficantes o participaban en el crimen
organizado o servían para contratar sicarios o trabajar como agentes de la CIA
o de la DEA. Esos militares piensan que con dinero pertenecen a las clases
altas, no importa de dónde lo obtienen. Hasta los pobres diablos serviles
piensan así…”
Continuará.
Por
Froilán González y Adys Cupull.
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