GOLPES DE ESTADO EN BOLIVIA | XIII: Nuevo Golpe de Estado | por Froilán González y Adys Cupull
El mismo guion para todos los tiempos.
Desde el 16 de
noviembre de 1979, cuando Lidia Gueiler asumió el poder, el coronel Luis Arce
Gómez comenzó a preparar el Golpe de Estado junto al general Luis García Meza
Tejada, primo hermano de la nueva presidenta.
Ambos confeccionaron una lista con 115 personas, para ser eliminadas
antes del golpe. En ella figuraban dirigentes políticos, sindicales, militares,
intelectuales, sacerdotes y periodistas.
Para los planes
golpistas contaron con el apoyo de los seguidores del desaparecido dictador
Barrientos, de Hugo Banzer y Alberto Natusch Busch, de empresarios derechistas,
de miembros de los Comité Cívicos de tendencias racistas y de narcotraficantes.
Entre los financiadores estaba Roberto Suárez Gómez, primo hermano de Arce
Gómez, considerado el más grande narcotraficante de Bolivia, conocido como el
Rey de la cocaína y principal exportador con destino a Estados Unidos y
relacionado con el jefe del cartel colombiano Pablo Escobar, quien también
prometió ayuda financiera.
Otro del narcotráfico
que aportó ayuda financiera fue José Abraham Baptista; transportaba drogas a
Estados Unidos, incluso en algunas ocasiones personalmente, tenía vínculos en
altas esfera del gobierno, entre ellos Luis Arce Gómez, desde que fue director
de la Dirección de Investigación Nacional en Oruro durante la dictadura de
Barrientos y en Cochabamba cuando Banzer.
Entre los
contribuyentes se encontraba el banquero y multimillonario italiano Licio
Gelli, líder fascista en tiempos de Mussolini, dueño del Banco Ambrosiano,
quien le propuso abrir una sucursal en Bolivia.
El banquero le prometió
el envío de mercenarios alemanes, croatas, húngaros, italianos y franceses y
pagarles a través de un banco belga. Le sugirió vincularse con Klaus Barbie,
para gestionar financiamiento para los mercenarios europeos. Licio Gelli viajó
a La Paz para entrevistarse secretamente con Luis Arce Gómez, se alojó en su
casa y le entregó un millón de dólares para el Golpe.
Según informaciones
públicas y testimonios de bolivianos, con Licio Gelli, llegaron varios
italianos, contratados como mercenarios al servicio del multimillonario, entre
ellos Stefano della Chiaie, Pierluigi Pagliani y Marco Marino Diodato del
Gallo.
Otro de los que llegó a
Bolivia fue el jefe de una secta religiosa anticomunista dirigida por el pastor
surcoreano Sun Myung Moon, con sede en Pennsylvania, Estados Unidos y vinculado
a la CIA y los servicios secretos de Seúl.
Moon contaba con
algunos seguidores en Bolivia de esa nacionalidad, a quienes financiaba sus
proyecciones políticas hasta alcanzar el poder. Le entregó 100 mil dólares y el
compromiso de traer capital para invertir en las minas y realizó un viaje
clandestino a Bolivia. Arce Gómez también recibió dinero de grupos afines de
Argentina, Colombia, Estados Unidos, España, Alemania e Italia.
A mediados de marzo,
personas desconocidas lanzaron cargas explosivas al semanario Aquí, a las
emisoras radiales FIDES y Panamericana y secuestraron al sacerdote Luis
Espinal. Algunos testigos señalaron que el sacerdote tenía informaciones comprometedoras
sobre los preparativos del golpe y el financiamiento de los narcotraficantes.
El 21 de marzo de 1980 su cadáver fue encontrado en un barrio popular con el
cuerpo desnudo, signos de torturas y el impacto de 17 balazos.
Años después, Arce
Gómez le confesó al historiador Tomás Molina que fue asesinado por sicarios, a
quienes le pagaron 10 mil dólares. Reveló el nombre de la persona al frente del
grupo, ex capitán del ejército, entrenado en Panamá, agente CIA, sádico, mataba
o torturaba con furia salvaje, obligaba a sus víctimas cavar la propia fosa.
En mayo de 1980 el
coronel Terrazas agredió físicamente a la presidenta Lidia Gueiler y el 31 de
ese mes Gasser Terrazas fue encontrado en una pista de aterrizaje en Miami con
530 kilos de pasta de cocaína y diferentes fuentes vincularon ambos hechos como
parte de los preparativos del golpe de estado y querer implicar a la mandataria
en el narcotráfico.
Sondeos de opinión y
encuestas privadas, daban como ganadora a la Unidad Democrática y Popular (UDP)
del doctor Hernán Siles Zuazo y el 1 de junio de 1980 el Alto Mando Militar
propuso posponer las elecciones, pero el Congreso y el poder Legislativo se opusieron.
El 2 de ese mes una
avioneta con varios líderes de la (UDP) en campaña electoral explotó en el
aire, se incendió y cayó a tierra. Todos los ocupantes murieron a excepción de
Jaime Paz Zamora, quien sufrió graves quemaduras. La avioneta pertenecía a una
compañía de taxis aéreos propiedad de Luis Arce Gómez.
El 7 de junio un
coronel de apellido Estrada del Regimiento de la escolta de Lidia Gueiler,
intentó asesinarla en su habitación y al tratar de derribar a culatazos la
puerta del dormitorio, despertó a la servidumbre que pidió auxilio y junto a
unos ayudantes de la Jefa de Estado impidieron el magnicidio.
El 28 de junio de 1980
se realizaron nuevas elecciones y volvió a ganar el doctor Hernán Siles Suazo
de la Unidad Democrática Popular. Las fuerzas de derecha y sus aliados militares
no lo aceptaron y el 17 de julio dieron el golpe de estado.
Las emisoras radiales
fueron tomadas militarmente, se aplicó una férrea censura, los militares
asaltaron el Palacio de Gobierno, detuvieron a los miembros del gabinete y a la
presidenta Lidia Gueiler.
Los principales
ministerios fueron ocupados por paramilitares camuflados de civiles, apoyados
por la policía, mientras otros grupos, rodeaban las viviendas de los
funcionarios o simpatizantes del gobierno, aterrorizaron a muchos de ellos, con
amenazas de liquidarlos, tanto a ellos como a sus familiares y prenderles fuego
a sus propiedades.
El general Luis García
Meza Tejada, primo hermano de Lidia Gueiler Tejada se autoproclamó presidente y
el coronel Luis Arce Gómez, primo hermano del mayor narcotraficante de Bolivia,
Roberto Suárez Gómez, ocupó el Ministerio de Gobierno (Interior) y se
autoproclamó Ministro. De ese modo Arce Gómez se convirtió en Ministro de
Gobierno y el general Luis García Meza Tejada en el nuevo presidente de facto.
Según los medios
informativos el nuevo presidente nació en 1929, de familia acomodada
económicamente y de clase media. En 1948 ingresó al Colegio Militar y cuando
triunfó la Revolución de 1952 le dieron baja por participar contra ella,
utilizando las armas contra el pueblo.
A través de influencias
familiares pudo reincorporarse al Ejército, desde entonces guardó un profundo
odio y rencor contra el MNR y su líder Víctor Paz Estenssoro. Fue comandante de
Compañía del Colegio Militar, donde lo acusaron de racista al castigar con
rudeza y crueldad a los cadetes no blancos, para obligarlos a desertar o
rebelarse y darle de baja por indisciplinas o violar los reglamentos. También
los alquilaba como obra barata para las construcciones, apropiándose del pago
por esos servicios.
Apoyó el Golpe de
Estado de Barrientos y participó en la toma del Palacio de Gobierno, durante la
etapa del general Alfredo Ovando se desempeñó como segundo comandante del
Colegio Militar y en la del general Juan José Torres, comandante del regimiento
de Caballería en la ciudad de Trinidad en el departamento del Beni, desde donde
conspiró contra el general Torres, con expresiones racistas y discriminatorias.
Estaba catalogado de
escasa inteligencia, autosuficiente, prepotente, de baja cultura, no leía ni la
prensa. No admitía críticas ni sugerencias y si osaban plantearlas, eran
considerados enemigos y como tal los trataba.
En 1971 apoyó el Golpe
de Estado de Banzer, quien lo designó Comandante en la Escuela de Aplicación de
Armas. Luego fue Jefe de Estado Mayor de la VII División con sede en Cochabamba
y en 1977 Comandante de la VI División con sede en Trinidad, donde conoció y
compartió con Luis Arce Gómez y se hicieron cómplices de negocios turbios.
En esa época prestaba dinero a los oficiales, músicos y
otras personas cobrando altos intereses. Aficionado al juego y las bebidas
alcohólicas. Luis Arce Gómez lo describió como un cholo de m (excrementos o
porquerías), más racista que los blancos racistas, miserable y mentiroso, y lo
único que hacía bien era montar a caballo.
En 1978 fue comandante
del Colegio Militar, insultaba, maltrataba y ofendía a los cadetes indios,
mestizos o hijos de campesinos o mineros, les prohibía comunicarse en sus
idiomas originarios, solo podían hacerlo en español y no les permitía ofrendas
y tributos a sus creencias ancestrales. Los consideraba bestias humanas,
salvajes y manifestaba que sus caballos y perros eran más inteligentes.
Una tarde ordenó
recoger todos los distintivos ancestrales, entre ellos la Wiphala y quemarlos,
ante las protestas y especie de sublevación de los cadetes originarios; los
sancionó con asistencia extra a los cultos religiosos cristianos, la presencia
de un sacerdote y colocar la biblia y la cruz encima de las Wiphalas con la
intención de dominación.
Toda la discriminación,
odio y desprecio a los indios y mestizos lo reflejaba en sus actitudes contra
sus símbolos. Evidentemente, García Meza desconocía a Bolivia y el mundo
andino, donde entre sus símbolos más importantes estaba la Huipala, Wiphala o Wipala.
Es una bandera cuadrada
con 49 partes iguales y los siete colores que proyecta el Sol cuando uno de sus
rayos atraviesa las gotas de lluvia y al descomponerse forma el arcoíris. Esos
colores son reflejados en la Wiphala, con un diagonal de cuadros blancos, en
representación de toda América como emblema de unidad y resistencia de los
pueblos indígenas, que disponen de cuatro wiphalas, con colores diagonales
diferentes, para cada región. Cada uno tiene un significado:
El Blanco para el
Qullasuyu, representa al tiempo y la dialéctica, expresión del desarrollo y la
transformación permanente sobre los andes, el desarrollo de la ciencia y
tecnología, arte, trabajo intelectual y manual, genera la reciprocidad y
armonía dentro la estructura comunitaria.
El Verde para el
Antisuyu, es la economía, la producción, las riquezas naturales, la superficie
y el subsuelo, la tierra, la producción agropecuaria, flora y fauna, los
yacimientos hidrológicos y mineralógicos.
El Amarillo para el
Cuntisuyu, es la energía y fuerza, la expresión de los principios morales, la
dualidad, las leyes y normas, la práctica colectivista de hermandad y
solidaridad humana.
El Rojo para el
Chinchaysuyu, representa al planeta tierra, la expresión del hombre en el
desarrollo intelectual, la filosofía cósmica en el pensamiento y el
conocimiento de los amawtas.
Los demás colores
tienen también sus significados: El Naranja es la sociedad y la cultura, la
preservación y procreación de la especie humana, considerada como la más
preciada riqueza patrimonial de la nación, es la salud y la medicina, la
formación y la educación, la práctica cultural de la juventud dinámica.
El Azul, es el espacio
cósmico, el infinito, los sistemas estelares del universo y los efectos
naturales sobre la tierra, la astronomía y la física, la organización socio
económica, político y cultural, la ley de la gravedad, de las dimensiones y
fenómenos naturales.
El Violeta es la
política, ideología, el poder comunitario y armónico, el instrumento del
estado, como instancia superior, la estructura del poder, las organizaciones,
sociales, económicas y culturales y la administración del pueblo y del país.
La Wiphala está
presente en cada evento comunitario, en los hogares, instituciones, ceremonias,
identifica el sistema comunitario de los Andes basado en la equidad, igualdad,
armonía, solidaridad, reciprocidad y resistencia. Ha sobrevivido más de dos mil
años, según algunos investigadores y más de 500 desde la conquista española,
manteniendo sus costumbres, música, bailes, danzas, ritos, creencias, idiomas,
vestimentas, comidas y principios religiosos, morales y éticos.
Según esos
investigadores, cerca de Potosí fue encontrado un gráfico parecido a la wiphala
en una roca de la época precolombina y otro objeto con las mismas características
en una tumba en la costa central del Perú con alrededor de 800 años de
antigüedad y un gráfico del año 1612.
Arce Gómez y García
Meza se enfrentaban frecuentemente, porque como Ministro de Gobierno dominaba
las informaciones y las utilizaba en su provecho personal y ambiciones
políticas, conspiraba para darle un Golpe de Estado, en sus aspiraciones de
proclamarse Presidente y divulgaba los errores y delitos a través de
periodistas a su servicio. Sobre Arce Gómez, el doctor Tomás Molina escribió en
su libro “Con el testamento bajo el brazo”:
“Yo tengo carácter para
imponer mis decisiones. Yo tengo sangre germana en mis venas, mi padre era
descendiente de alemanes, a mí no me tiembla la mano para tomar una decisión.
Yo tengo la disciplina metida en mi sangre y por consiguiente soy cien veces
mejor que cualquier otro para tomar decisiones, porque toda decisión, toda
resolución debe responder al momento que se vive y a lo que se persigue. Fue
una gran frustración para el proceso elegir a García Meza, conmigo la historia
sería diferente, incluso ya tenía conformado mi gabinete compuesto por
militares y civiles.”
El día del Golpe,
asesinaron al líder del Partido Socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz y a dos
dirigentes de la Central Obrera Boliviana, Juan Carlos Flores Bedregal del
Partido Obrero Revolucionario y Diputado Nacional, y al dirigente Justo Vega.
Luis Arce Gómez le confió al historiador Tomás Molina, que Banzer ordenó matar
a Marcelo Quiroga Santa Cruz. Relató
cómo antes del Golpe le envió seis miembros de su seguridad personal para ayudarle, llegaron
de Santa Cruz en una avioneta del ex prefecto de esa ciudad Widen Razuk, íntimo
amigo de Banzer. Los enviados y los paramilitares fuertemente armados, se
trasladaron en ambulancias hasta las oficinas de la Central Obrera Boliviana
donde se encontraban reunidos y los ametrallaron.
El cadáver de Marcelo
fue colocado en un cajón de latón, llevado a Santa Cruz en el mismo avión del
ex prefecto y lo desaparecieron. Los cadáveres de los dirigentes de la COB los
llevaron para el cementerio y los colocaron en nichos vacíos sin placas de identificación.
En el juicio a Arce
Gómez se le acusó de esos crímenes, del sacerdote Luis Espinal y de 8 jóvenes
del MIR ocurrido en la calle Harrington del residencial barrio Sopocachi de La
Paz. También del atentado con explosivos al semanario Aquí, ataques a emisoras
radiales, amenazas y persecución permanentes a dirigentes políticos y
sindicales, el asalto al Palacio Presidencial, el apresamiento de los ministros
y a la Presidenta Lidia Gueiler y de cometer varias masacres.
Entre los actos de
corrupción se mencionaron: varios robos, el de los Diarios del Che, de Pombo y
otros documentos que se encontraban en las bóvedas del Banco Central de
Bolivia, para subastarlos en Londres, los vidrios de la Piscina Olímpica de La
Paz, de la concesión de un contrato de explotación de piedras semi-preciosas a
una empresa brasileña para beneficiar a algunos jefes militares, organizar los
paramilitares, conocidos como Los Novios de la Muerte, al estilo de las S.S. de
Hitler.
Arce Gómez hacía gala
de amenazas constantes, de desprecio por la cultura, de no asistir al teatro,
odiar la música clásica, conciertos, museos, galerías de arte, la literatura,
alegando que no eran actividades para hombres, que nadie osaba levantarse
contra él, porque al primer intento de traición los hacia matar. Afirmó: “Así
de simple, conmigo no hay salvadores de la Patria.”
Nombró como su asesor a
Klaus Barbie, quien había desempeñado esas funciones con los dictadores René
Barrientos y Hugo Banzer. Reveló que Barbie le decía a quienes debía matar,
entre ellos a todo el que se le opusiera o le hiciera sombra. Le otorgó el
grado de Teniente Coronel del Ejército Boliviano, sin tener facultades para
ello.
Las frases más
frecuentes eran: “TODO EL QUE ESTÉ CONSPIRANDO CONTRA ESTE GOBIERNO DEBE ANDAR CON
EL TESTAMENTO BAJO EL BRAZO”. “NO HABRÁ PERDÓN”. “ESTÁS A PUNTO DE MORIRTE”.
“TE ACONSEJO COMPRARTE UN SITIO EN EL CEMENTERIO CON LÁPIDA Y TODO” “ESTÁS EN
CAPILLA”. “UNA VEZ MÁS ME HACES UNA Y TE ME MUERES.” “TE VOY A ENTERRAR VIVO”.
Así hablaba fuerte y
terminante, para implantar el terror y el miedo. Hablaba con precisión y
claridad. A los periodistas los amenazaba frecuentemente, ofendía, maltrataba y
a los que hacían preguntas incomodas, les respondía; “A TI TE VOY A ENTERRAR
VIVO.”
Continuará.
Por Froilán González y Adys Cupull
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