GOLPES DE ESTADO EN BOLIVIA | XV: Llegada de la democracia | por Froilán González y Adys Cupull
El
mismo guion para todos los tiempos.
El historiador Tomás Molina reflejó en su libro “Con
el testamento bajo el brazo”, los vínculos de Luis Arce Gómez con el abogado
Juan Carlos Camacho a quien contrató como asesor para su aspiración
presidencial y Camacho le prometió mostrarlo como el mejor patriota, más capaz,
más carismático, hacerlo famoso y necesario, pero el mismo Arce Gómez lo
catalogó de excremento, basura, prototipo del traidor, bajo, adulón,
intransigente e intrigante.
Narró que cuando fue Ministro del Interior nombraba
a los alcaldes y otras autoridades, de manera directa, sin elecciones y le
relató no tener parentescos en Bolivia, su padre de origen alemán, nació en
Andorra, pero en Sucre se presentaba como descendiente del ex presidente
Aniceto Arce y la alcaldía de esa ciudad lo condecoró.
Era propietario de una flotilla de 16 aviones, entre
ellos dos jets, otros para una escuela de pilotaje o alquilarlos como taxis o
para el narcotráfico. Por cada vuelo de Bolivia a Colombia le pagaban 250 mil
dólares y manifestó que como era piloto viajaba solo para no tener testigos.
Le confió como se enteraba de todo, hasta de las
mujeres cuando engañaban a sus maridos. Controlaba los teléfonos, poseía
equipos para interceptar las conversaciones adquiridos en Alemania y con ellos
montó un centro de inteligencia en la calle Potosí.
El 31 de enero de 1981 en Estados Unidos, en el
programa 60 minutos de la CBS se acusó a Luis Arce Gómez de narcotraficante. La embajada de Estados
Unidos le exigió al general Luis García Meza la sustitución inmediata y
propusieron en su lugar al general Celso Torrelio Villa, ex comandante de la escuela de comando y estado
mayor del Colegio Militar.
Luis Arce Gómez presentó la renuncia, pero el
resentimiento hacia los norteamericanos alcanzó proporciones no imaginadas.
Expresaba como lo usaron y cuando no les servía, lo echaron como una
servilleta. Sus interlocutores le aconsejaban no abrir la boca y sujetarse la
lengua porque podían desaparecerlo para siempre o asesinarlo. Se denunció que
en su mandato hubo alrededor de 500 víctimas, entre asesinatos, desaparecidos,
torturados y perseguidos y alrededor de 4000 detenidos.
David Arce miembro del Equipo Técnico de la Comisión
de la Verdad de Bolivia relató: “Este equipo se ha formado para esclarecer los
hechos de violencia, de violación de Derechos Humanos que se sucedieron en el
país entre 1964 y 1982. El problema del
narcotráfico se visibiliza con las presidencias dictatoriales de Hugo Banzer y
García Meza.
“En Bolivia en 1980 prácticamente, el narcotráfico llegó
al poder con Luis García Meza y Luis Arce Gómez, el narcotráfico se hace del
poder político y utiliza al Estado como instrumento no solamente de represión,
sino como un instrumento para concretar sus negocios ilícitos.
“Estados Unidos se presenta, asimismo, como el
paladín en la lucha contra las drogas. Sin embargo, en los hechos se ha visto
una doble moral, mientras por un lado ha financiado programas de radicación y
represión del narcotráfico y castigando a los países, campesinos y productores
pobres, por otro lado, se ha valido del narcotráfico para financiar sus
campañas internacionales en el campo militar y político.
“Cuando a la DEA y a la CIA, el Congreso de Estados
Unidos no le da los recursos económicos necesarios para sus actividades, acuden
a tratos con narcotraficantes para nutrirse de recursos económicos. Lo han hecho en Bolivia en la década del 80.
“Se sabe que Oliver North, uno de los principales
cabecillas del caso Irán-Contras ha estado en Bolivia en los años 80, ha estado
reunido con jerarcas del narcotráfico y ha utilizado estos recursos para
financiar las actividades contrarrevolucionarias de la CIA, la DEA y el
Pentágono; es difícil definir donde empiezan las labores de uno o donde
terminan las del otro, pero muchas veces actúan de manera conjunta…
“Para que se note claramente el poder del
narcotráfico en Bolivia cabe mencionar el caso Huanchaca, en la década de los
80, cuando se descubrió de manera accidental por un científico ecologista
boliviano que sobrevolaba la zona, un laboratorio gigantesco. Al ver una pista
aterrizó y fue asesinado en tierra por personeros de una mafia de
narcotraficantes que controlaban la pista y el laboratorio.
“Las investigaciones llegaron a demostrar que había
connotaciones políticas e internacionales. A tal grado llegó la magnitud del
problema, que uno de los investigadores, el diputado Edmundo Salazar Terceros,
fue asesinado en Santa Cruz, cuando un sicario lo ametralló en plena calle;
luego del anuncio de hacer ciertas revelaciones…”
El escándalo del narcotráfico y la vinculación del
gobierno de Estados Unidos, llegó hasta el Congreso de ese país. Es ampliamente conocido como el general Hugo
Banzer, cedió a un grupo de militares los terrenos donde se encontraba la finca
de Huanchaca, zona alejada y virgen en la frontera entre Brasil y Bolivia,
después fue vendida a un narcotraficante y éste a un norteamericano y se montó
la fábrica de cocaína.
Oliver North, Director Político del Consejo de
Seguridad de Estados Unidos, dirigía a los paramilitares y mercenarios, llamados
soldados de la libertad, para derrocar a los sandinistas nicaragüenses. En
Santa Cruz, sostuvo reuniones con Robi, hijo de Roberto Suárez, el más poderoso
narcotraficante de Bolivia, dueño de plantaciones de coca, de laboratorios para
la elaboración de cocaína, sistema de transportación a Estados Unidos y la
comercialización en ese país.
North le entregó 200 millones de dólares para
establecer una fábrica capaz de producir 500 toneladas para financiar a los
contras en Nicaragua. El gran laboratorio se levantó en Villa Mosquito en el
Departamento del Beni.
Los argentinos y los norteamericanos llegaron a la
conclusión que el general Luis García Meza debía dejar el gobierno, la crisis
económica, solo mantenida por el narcotráfico, se aproximaba al colapso, el
descredito, la sangrienta represión, corrupción, arbitrariedades, nepotismo,
abusos, mentiras, violación de los derechos humanos, amenazaban una sublevación
social, convulsión política y la guerra civil.
Acordaron pedirle la salida y en su lugar fortalecer
a la Junta Militar con el compromiso de reprimir a la izquierda. Organizaron
una sublevación militar en Santa Cruz para exigir el cambio de gobierno. El 4
de agosto de 1981 el presidente de facto Luis García Meza presentó la renuncia.
Las agudas contradicciones en la Junta Militar, donde todos querían ser
presidentes, no llegaban a ponerse de acuerdo.
Alberto Natusch Busch protagonizó junto con otros
militares un Golpe de Estado contra García Meza, pero los norteamericanos se
opusieron por participar en actos de corrupción vinculados al narcotráfico de
algunos de ellos.
Después de varias reuniones con funcionarios
norteamericanos, los jefes de las tres armas, emitieron un comunicado en el que
ratificaban al general Celso Torrelio Villa como presidente y el compromiso de
garantizar las elecciones generales el 24 de abril de 1983.
El 4 de septiembre de 1981 el general Celso Torrelio
Villa juró como presidente de facto y decretó la flotación del peso boliviano,
que dio comienzo al proceso de hiperinflación. Las protestas se generalizaron y
el gobierno se vio obligado a disponer el restablecimiento de las libertades
políticas y sindicales, autorizar el retorno de los exiliados y suspender el
toque de queda.
La oposición política y la COB advirtieron los
peligros de un inminente golpe de Estado y movilizaron a sus militantes y
simpatizantes. Para calmar el descontento Torrielo propuso la convocatoria a
una Asamblea Constituyente, pero varias guarniciones militares demandaron su
renuncia.
Mientras, en Estados Unidos acusaron a Luis Arce
Gómez de narcotraficante y cuando solicitó pruebas, la respuesta fue que en su
gobierno todos eran narcotraficantes y que García Meza, autorizaba a los
aviones de Colombia a aterrizar en Bolivia, la crisis continuó y el 19 de julio
de 1982 Celso Torrelio fue sustituido por las Fuerzas Armadas.
La Junta Militar a sugerencia de Estados Unidos
impuso al general Guido Vildoso Calderón, nació en 1937, graduado del Colegio
Militar, donde ejerció como profesor, con estudios de especialización en
Estados Unidos, Panamá, y Brasil, comandante de la Escuela de Comando y Estado
Mayor de la VII División de Ejército. En la dictadura de Banzer fue ministro de
Previsión Social y Salud Pública.
El 20 de julio de 1982 Vildoso juró como nuevo
presidente de facto y se comprometió a devolver la administración a un gobierno
civil. El nuevo presidente es respetado en la sociedad de Santa Cruz,
considerado amable, culto, inteligente y caballeroso, aunque lo critican por
designar a Luis Arce Gómez, como Agregado Militar en Argentina.
El 9 de noviembre de 1982, se informó que una corte
de Miami acusó a Arce Gómez de narcotraficante y se disponía a solicitar a la
cancillería argentina, la extradición.
El nombramiento del general Guido Vildoso como
Presidente de facto, terminó por cerrar un ciclo dictatorial, con el retorno a
la democracia. Se le ordenó un plazo límite de 365 días, cumplió lo establecido
y entregó el mando Presidencial al doctor Hernán Siles Zuazo, dando inicio a
una nueva etapa democrática.
El doctor Hernán Siles Zuazo, se hacía cargo de un
país prácticamente destruido, con una frágil democracia, una difícil situación
social, económica y política y económicamente quebrado y en bancarrota.
Se desencadenó una hiperinflación incontenible y la
caída del poder adquisitivo, llevando al país a la anarquía, la pobreza
extrema, el endeudamiento y la devaluación constante del dólar que llegó a
cotizarse en más de dos millones de pesos bolivianos por dólares. En los
mercados los billetes se pesaban porque no había forma de contarlos.
Era la herencia de 18 años de sucesivos golpes de
estado, desgobiernos militares, robo, corrupción y saqueo sin freno de las
empresas transnacionales. Las fuerzas de derecha acusaban al gobierno de la
grave crisis que ellos mismos habían provocado. Las presiones obligaron a
convocar nuevas elecciones para evitar una guerra civil y preservar la
democracia.
El 24 de enero de 1983 el gobierno del doctor Hernán
Siles Zuazo extraditó a Francia, al criminal de guerra nazi Klaus Barbie. Se informó a la opinión pública sus
vinculaciones con las dictaduras de Barrientos, Banzer y García Meza y
documentos que lo involucraban con la CIA y el tráfico de drogas patrocinado
por esa agencia de espionaje.
Vivía en Perú, donde fue acusado de estar vinculado
al asesinato de un importante empresario y la prensa reveló su identidad; los
cazas nazis Klarsfed lo ubicaron y comenzaron la campaña para extraditarlo a
Francia, condenado a muerte dos veces en ausencia, por encontrarse oculto en
Suramérica. Ante las denuncias regresó a Bolivia y el dictador Hugo Banzer lo
contrató como asesor de inteligencia.
Esas informaciones le permitieron a Francia
solicitar la extradición, denegada por el gobierno de Banzer con el argumento
de no existir tratado entre ambos países. Las autoridades norteamericanas
revelaron que Barbie viajaba con frecuencia a Estados Unidos para comprar armas
y municiones. Reportaron tener registradas cuatro entradas con pasaporte
boliviano y en su expediente constaban informaciones detalladas de lugares,
contactos, montos y otros antecedentes desde antes, durante y después del golpe
del general Luis García Meza. Luis Arce Gómez lo designó su asesor y le
garantizó protección y privilegios.
Los medios informativos afirmaron las relaciones con
la CIA, desde antes de llegar a Bolivia, y las mantuvo durante los 11 años en
ese país, donde fue la figura central de la industria de la cocaína. Al ser
procesado en Francia, el abogado defensor argumentó que la justicia francesa
carecía de moral para condenarlo, porque los crímenes de los colonialistas
franceses fueron mayores y más terribles que los cometidos por Barbie y ninguno
fue juzgado y menos condenado. El 4 de julio de ese año fue sentenciado a
cadena perpetua y el 25 de septiembre de 1991 falleció de leucemia.
El 13 de marzo de 1984, The Washington Post reveló
dos nuevos intentos de golpes de estado en Bolivia. El 1 de junio el Embajador
norteamericano realizó una reunión reservada con el Alto Mando Militar y los
ministros de Defensa e Interior y el 30 de junio se produjo el intento de golpe
encabezado por el coronel Rolando Saravia.
Ese día en horas de la madrugada tres personas
penetraron en las habitaciones privadas del Presidente y lo secuestraron. Los
sirvientes no se enteraron hasta la hora del desayuno donde alarmados notaron
la ausencia.
Los medios informativos opositores, circularon
rumores de que era un auto secuestro, como pretexto para subir el precio de los
productos de primera necesidad. Otros lo calumniaban señalando, se había ido de
farras con una popular vedette y se quedó dormido o se olvidó de regresar. Una
emisora opositora entrevistaba constantemente a personas que censuraban al
Presidente por su fiesta nocturna y los amores con una joven, que podría ser su
nieta, pero nunca pudieron probar.
Las fuerzas aliadas al Presidente y los defensores
de la democracia se movilizaron en manifestaciones y amenazas de bloqueos de
las principales calles y avenidas de La Paz. Los golpistas y la Embajada
norteamericana se alarmaron. Las Fuerzas Armadas detuvieron a varias personas,
dejaron cesantes al personal de servicio y de seguridad del Palacio
Presidencial, que fueron los que pagaron las culpas, acusados de cómplices.
En la búsqueda, el Ministerio de Gobierno localizó
una residencia en el barrio residencial de Miraflores. Para esa hora, era evidente que el intento de
golpe había fracasado. Siles Zuazo les ofreció garantías a sus secuestradores y
los acompañó hasta la embajada de Argentina, donde pidieron asilo. El Presidente declaró como culpables las
fuerzas de derecha, que originaron la intentona golpista.
De los secuestradores nunca se supo, permanecieron
en el misterio hasta casi 10 años después cuando se denunció en el Parlamento a
los coroneles de la policía, Carlos Barriga, Germán Linares y Edgar Prudencio
como autores del secuestro y en esos momentos ocupaban cargos claves en la
institución como enlaces entre la Policía y la Embajada de Estados Unidos.
La embajada norteamericana en La Paz, solamente
invitaba a sus recepciones a personas con visas de entrada al país y
públicamente comentaban no serían invitados los ministros o funcionarios
miembros del Partido Comunista; presionaban a Siles Zuazo para excluirlos del
gobierno, por considerarlos dañinos y lo mejor era se marcharan del país.
Ese año, como parte de los planes golpistas, la CIA
y la DEA organizaron un plan contra el doctor Hernán Siles Zuazo, consistente
en colocar una tonelada de cocaína en un avión con destino a Estados Unidos y
escala en Caracas. Todo estaba preparado para acusar al gobierno de Siles Zuazo
de estar ligado al narcotráfico a través de Roberto Suárez y aprovechar el
escándalo para derrotarlo.
El funcionario diplomático boliviano en Caracas,
Víctor Hugo Canelas, recibió la información de un martiniqueño, miembro de la
DEA que le informó los planes de la CIA. La
oportuna denuncia frustró la trama golpista, sin embargo, el 6 de
noviembre de 1984 el departamento de Estado informó sobre los intentos de otro
golpe de estado en Bolivia y el 13 de diciembre se anunció que el doctor Hernán
Siles Zuazo convocaría a elecciones para el 16 de junio de 1985 y dejaría el
cargo el 6 de agosto de ese año.
El embajador norteamericano anunció el 4 de febrero
de 1985 el apoyo a la realización de las elecciones libres, correctas y donaría
3 millones de dólares a las Fuerzas Armadas.
Seguidamente esa institución señaló su compromiso con la democracia,
garantizarían las elecciones y mostraron el agradecimiento a Estados Unidos por
los 2.2 millones de dólares que entregarían para financiarlas.
El 14 de julio 1985 se realizaron las elecciones
generales. Ninguno de los candidatos obtuvo los votos requeridos y Víctor Paz
Estenssoro y Jaime Paz Zamora se unieron; el 6 de agosto juraron como
presidente y vicepresidente.
Continuará.
Por
Froilán González y Adys
Cupull
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